Hace muchos años una pareja sufrió un accidente de tránsito y estuvieron graves en el hospital. Yo acompañé a sus hijos mientras un familiar llegaba para atenderlos. Tres menores: uno de 13, otro de 9 y una de 5. Delicada tarea acompañarlos en momentos de incertidumbre y de dolor.
Leí una vez un artículo de una señora que tenía una pastelería que se interesaba en los chicos y chicas de una escuela adyacente. Ella atendía a sus clientes. No sólo les vendía, también los escuchaba, les conversaba, los dejaba guarecerse de la lluvia aún cuando no compraran nada, o les permitía quedarse si sabía que sus padres demorarían en llegar a casa.
Hay varios sitios web en que la gente puede contar sus historias, sus pequeños y grandes momentos de buena convivencia. Es refrescante e inspirador. No he encontrado en español; si alguien conoce alguno, me da el link, porfa?
jueves, 17 de septiembre de 2009
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